Resumen biográfico y carrera política
Nació en Burgos en 1500 y murió en Lima el 18 de febrero de 1564. Hijo de Antonio de Velasco y Enríquez de Lacarra, Señor de Arnedo, San Ascencio y la Torre de Sartaguda, nieto del primer Conde de Haro y Francisca López de Zúñiga y Monroy III Condesa de Nieva. Desde muy joven comenzó a practicar ejercicios caballerescos, alternando entre la equitación, las aventuras galantes y los juegos. Cuando alcanzó la mayoría de edad, en 1522, se casó con María Enríquez de Almansa y Ulloa, hija de Francisco Enríquez de Almansa, primer marqués de Alcañices, e Isabel de Ulloa y Castilla, y hermana de Martín Enríquez de Almansa, que más tarde sería el sexto virrey del Perú. Diego luchó en nombre del Emperador Felipe II y, deseando hacer méritos propios, participó al lado de Carlos V en la campaña de Túnez en el año 1535. Más tarde participó en la campaña de Italia entre 1535 y 1536. Formó parte del séquito que acompañó al futuro Felipe II durante su gira por Flandes y Alemania de 1548 a 1550. Cuando el príncipe subió al trono en 1555, Diego López de Zúñiga y Velasco fue nombrado Gobernador y Capitán General de Galicia. Obtuvo el título de IV Conde de Nieva y se le concedieron los señoríos de Arnedo, Valverde, San Ascencio, Cerezo y la Torre de Sartaguda. Debido al repentino fallecimiento de Diego de Acevedo y Fonseca que se disponía a asumir el Virreinato del Perú en sustitución del Marqués de Cañete, el Conde de Nieva recibió el 15 de diciembre de 1558 las disposiciones que le designaban como Virrey, Gobernador y Capitán del Perú, así como presidente de la Real Audiencia de Lima por orden del Rey Felipe II. Su viaje al Perú se retrasó por problemas administrativos, hasta que finalmente partió el 28 de enero de 1560 del puerto de Cádiz rodeado de un numeroso grupo de oficiales, familiares y protegidos. Llegó al puerto de Paita, en la costa norte del Perú, desde donde continuó su viaje a Lima por tierra. Entró oficialmente en la capital del Virreinato el 17 de abril de 1561. El Conde de Nieva se distinguió por sus hábitos cortesanos, su pereza para atender los asuntos públicos y su codicia. Lima se convirtió en el escenario de una suntuosa vida cortesana con ceremonias de espléndida pompa, capilla musical y ostentosos trajes, todo ello regulado por el virrey mediante ordenanzas, por lo que adquirió la reputación de derrochar fondos públicos, por lo que el rey Felipe en 1563 prohibió a los funcionarios reales de Lima pagar las libaciones del virrey sin previa licencia real. El Conde de Nieva era conocido por sus constantes actos de infidelidad conyugal ya que había dejado a su esposa en España acto que obligó a la Corte a emitir el Real Decreto del 27 de febrero de 1563 que por primera vez instaba a un virrey a vivir con más recato y medida. Su descrédito aumentaba ante el Consejo de Indias al saberse que él y su hijo Juan recurrían a actos de corrupción y soborno para aumentar su fortuna personal y al saberse que los mejores cargos públicos se confiaban al séquito de caballeros que venían con este virrey de España. Todo esto desató el odio de un grupo de conquistadores y sus hijos que veían en Diego López de Zúñiga y Velasco un obstáculo.
Muerte
Su muerte ocurrió en medio de extrañas circunstancias en la madrugada del 19 de febrero de 1564. La versión que circuló al principio fue que murió de un derrame cerebral fulminante mientras dormía en su cama. Más tarde se supo que no había muerto de forma natural y circuló la versión de que se le había encontrado muriendo en la calle Trapitos, cerca del Palacio del Virreinato, esa misma mañana. Según esta versión el Virrey había sido golpeado fuertemente después de deslizarse furtivamente por una escalera desde el balcón de la casa grande donde había tenido un encuentro galante con su prima Catalina López de Zúñiga, esposa de Rodrigo Manrique de Lara, los presuntos asesinos serían los sirvientes del esposo burlado que lo golpearon con pequeños sacos de arena hasta que se desmayó. El único testigo de este supuesto acto fue Pedro Ortiz de Zárate, un caballero que vivía en la acera de enfrente y que llevaba el fresco del balcón de su casa, que envió a sus esclavos para averiguar lo que estaba pasando. Muchas otras versiones circulaban sobre esta extraña muerte, una de ellas era la de Pedro de Mexía de Ovando, autor de la obra inédita Memorial Político, afirmando que la muerte del virrey fue consecuencia de un tumor landre o venéreo que apareció en sus genitales como resultado de su vida libertino y que la versión de los golpes con sacos fue sólo una estratagema para difamarlo y que ahora es posible afirmar que Rodrigo Manrique de Lara no fue su asesino o que la causa fue la infidelidad de su esposa Catalina, porque ninguno de ellos estaba en el Perú en esos días, según las investigaciones realizadas por el historiador José Antonio del Busto. A todo esto el Conde de Nieva fue enterrado inicialmente en la iglesia de San Francisco de Lima, luego su hijo Juan de Velasco pidió permiso al Cabildo para extraer el cuerpo y llevarlo a San Juan de Estrella en España y esto se hizo con la aprobación del Arzobispo Jerónimo de Loayza.