En un camino rocoso de Cachopo a Apartaderos, vivía la familia Caraballo, Luz y su marido, e hijos, sin embargo, eran tiempos de guerra y una visión de libertar se sentía en el aire, la tiranía española estaba por caer.

El ejército se levantó y cientos de hombres fueron reclutados, el esposo fiel de Luz, se marchó en busca de un futuro, dejando a su familia al cuidado de su mujer. El hombre de familia aproximadamente paso unos 10 años de su vida sin ni siquiera ver la figura de su mujer, mientras que Luz Caraballo solo supo de el por 5 años.

Posiblemente el hombre nunca imagino la ansiedad de aquella mujer, quien sola criaría a sus hijos, que no eran uno ni dos, sino cinco niños. Luego de 5 años, la mujer al no lograr comunicarse con su marido tomo fuerzas para sobrellevar toda la responsabilidad, pues ahora sabia que su marido posiblemente nunca volvería.

Transcurrieron los años y una madre sin su marido, era un gran sufrimiento para los hijos; además que los años no pasaban en vano, y la mujer iba envejeciendo y el frio del occidente venezolano, que posee grandes montañas y nieve, resultaban factores que no ayudaban a mantener la firmeza de sus manos y dedos.

La mujer fue perdiendo uno a uno sus hijos, ella que con tanto empeño y esfuerzo logro mantenerlos en esos tiempos difíciles, sufrió la lamentable pérdida de dos de sus amados hijos, que murieron de hambre.

La única hija que la acompañaba terminó dejándola, luego de perder a sus hermanos, para llegar sin remordimiento alguno, a una vida de libertinaje sexual, vivía siendo mujer de un hombre cualquiera con dinero en su poder.

A Luz de Caraballo finalmente le quedaron sólo dos hombres, pero estos no dudaron en partir en búsqueda de la independencia, cuando un hombre sobre un caballo blanco toco a su puerta, pidiendo soldados que liberaran a su tierra, luchando finalmente en las batallas coloniales de aquellos años.

Luz Caraballo sola, sin marido y sin hijos, viendo que todo se le había ido, entro en un estado de dolor que le lleno de frio, al sentirse sola, miraba al horizonte esperando a sus hijos, y por las noches contaba los luceros en el cielo, pidiendo al ser amado, que les devolviera a sus seres queridos.

Finalmente, después de tanta angustia y depresión, perdió la cordura, y empezó a vagar por los páramos andinos, donde camino los pueblos recogiendo violetas y buscando a sus hijos desde Chachopo, hasta el más alto pueblo llamado Apartaderos, caminaba gritando el nombre de sus queridos.

Sin embargo, aquello de nada le servía, pues pasaban los días y ni una carta de sus hijos recibía. Un día estando en el camino, decidió parar a tomar un respiro, en ese momento pasaron unos hombres armados y españoles, se notaba que llevaban mucho tiempo dando vueltas por los páramos y no sabían a donde dirigirse, por lo que se tuvieron para preguntarle a Luz Caraballo por la ubicación del hombre con el caballo blanco y su ejército.

Pero Luz Caraballo, ya sin cordura, solo pensaba en sus hijos, por lo que levanto su mano, señalando al horizonte, dando así, una dirección errada y contraria a la que tenía el ejército. Así fue, como contando luceros viajaba la loca Luz Caraballo por los páramos de Mérida, en busca de sus hijos y marido, que llevaba años sin verlo. Aun hoy en día, se dice que su espíritu vaga por los caminos, guiando o perdiendo a aquellos que se encuentran en su camino, pero cuidado con preguntarle el camino, que te puede llevar por otro destino.