Los locos vecinos es un cuento infantil de un pequeño niño curioso que siempre se ha preguntado la razón de por qué sus locos vecinos nunca salen de casa. Cuando decide investigar la razón de aquella situación, descubre que nada de lo que sucede a nuestro alrededor es lo que parece.
Los locos vecinos
Siempre me había preguntado porque mis vecinos nunca salían de casa, mis padres decían que eran realmente extraños, que me alejara de ellos y que no les hablara pero la intriga me estaba comiendo vivo.
¿Cómo es posible que alguien no pueda salir de su casa ni siquiera para dirigirse al trabajo?
No podía ser verdad, muchas veces llegué a pensar que eran vampiros, ya que usualmente los veía por la noche, y su piel era muy blanca y pálida. Por lo que siempre les tuve miedo pero no el suficiente como para evitar hablarles.
En muchas ocasiones me llegué a imaginar cómo sería el interior de su casa, o cuál era la verdadera razón por la que nunca se molestaban en salir.
– ¿Será una casa encantada o son alguna especie de fantasmas?
Realmente no lo sabia, así que día me armé de valor y en compañía de algunos amigos fuimos explorar la casa porque desde que tengo razón nunca he visto que aquella puerta se abriera. Mis amigos y yo no éramos de salir mucho pero de vez en cuando solíamos caminos por la ciudad.
Las casas del barrio donde vivo son similares, es como ver o estar en presencia de juego de dominó, todas las piezas son iguales y solo llegan a cambiar los puntos negros que yo describo como ventanas de la casa. El patio de todos es compartido, detrás de cada casa hay un pequeño patio delantero. Todos nos solíamos juntar en mi casita del árbol para mirar a aquellos vecinos tan extraños.
Allí teníamos una mejor vista, y fue como nos dimos cuenta que aquella familia tenían un hijo y una hija. Nunca ninguno de nosotros llegó a verlos en aquella casa pero ambos se encontraban en la misma escuela, así que nos pareció bastante extraños que vivieran allí.
Un amigo decidió que debíamos de acercarnos y preguntar la razón por la que nunca salían de casa, y esa misma noche nos vestidos completamente de negro, como si fuéramos espías, cuando de repente soy asustado por mi propia sombra y grito desesperado. Todos salimos corriendo, no logramos averiguar nada, un fracaso total.
Al día siguiente decidimos que era mejor averiguar bajo la luz del día, si eran vampiros como suponíamos debían de estar dormidos. Cuando saltamos la cerca pudimos comprobar que tenían un perro bastante pequeño, no suponía un problema como esperamos al intentar tocar aquella puerta, un perro enorme de aproximadamente dos metros y medio salió por debajo de la casa. Mostró los dientes, era el único que seguía ahí parado y terminé con toda mi ropa destruida, como si hubiese sido un monstro el que me había atacado.
La tercera vez que intentamos ingresar intentamos distraer a aquella fiera con pedazo de embutido que uno de nosotros trajo y de un solo bocado se comió un poco más de la mitad. Cuando nos percatamos de que estaba distraído, corrimos hasta la casa para comprobar que pasaba adentro.
Cuando por fin logramos entrar nos dimos cuenta que aquella casa era realmente extraña, en cada esquina habían animales disecado en distintas poses. Dentro de la casa había miles de puertas, lo cual era extraño y al poco tiempo escuchamos los pasos de alguien mas, inmediatamente nos escondimos pero nunca nos fijamos que detrás de nuestro escondite había un cristal y que el dueño nos observaba fijamente.
Nos miramos entre si para ver si alguien se le ocurría algo. Aquel señor nos hizo un gesto con la mano y no analizó a cada uno de nosotros y cuando estábamos lo suficientemente cerca y sin ninguna expresión en su rostro, no saludó con un simple hola.
El hombre nos interrogó del porqué estábamos en su casa y la razón por la que habíamos alimentado al perro, justo en aquel momento llegaron los niños que asistían a nuestra escuela. Le dijimos que queríamos verlos porque éramos sus amigos y sorprendentemente nos creyó. Nos explicó donde los podíamos encontrar, el miedo nos embargó mientras subíamos la escalera para encontrar la habitación.
Cuando llegamos a la puerta, la abrimos y el cuarto se encontraba sumergido en la oscuridad, cuando sin previo aviso los niños encendieron la luz y pudimos comprobar que tenían colmillos como los de un vampiro. La puerta se cerró sola, la chica se acercó a mí y me sostuvo la mano hasta guiarme a una silla para que me sentara, en ese momento supe que era mi fin, cuando se acercó a mi cuello y me mordió.
Sentí como la sangre corría por mi pecho y miré a todos mis amigos, los cuales ni se molestaron en mirarme o decir algo, y ese momento me arrepentí de haber entrado a aquella casa. Me caí, me golpeé la cabeza y todos comenzaron a reírse de mi, no comprendí nada, hasta lo miro alrededor y me encontré con que aquel señor extraño sostenía una manguera mientras decía era una broma. Después de aquello todo se volvió negro.
Cuando desperté, una señora de rasgos asiáticos se encontraba mojándome la frente y lo único que llegue a preguntar era aquello era el cielo, se rio de mi y me explicó que mis aquellos y aquello niños decidieron hacerme una broma porque era muy curioso.
Me sentí tonto, pero al mismo tiempo aliviado, mis vecinos no eran unos monstruos como creí. Me tomé el atrevimiento de preguntar como nunca salían de casa, a lo que ella respondió que si lo hacían pero por la puerta de la parte trasera ya que también daba a otra calle. Mi miedo se fue totalmente.
Lo que puede aprender fue que nada es como las personas logran aparentar, siempre es mejor que hablemos antes de investigar. Mis amigos me dijeron que dejara de creerme un detective de la noche a la mañana.