Su nombre genuino era Ramon Terenci Moix Meseguer, nacido en enero de 1942 y fallece en abril de 2003, en Barcelona. Fue un autor español que escribió en español y en catalán, siendo hermano de la artista y escritora Ana Maria Moix.
Escribió en algunos diarios: Tele-Exprés, Tele-Estel, El Correo Catalán, Destino, Nuevos Fotogramas, Serra d’Or y El País. Era un gay declarado y se interesó en numerosos eventos sociales de televisión.
Pateó el cubo de enfisema pulmonar, que se identifica con su uso del tabaco. En 1996 se convirtió en el principal campeón del Premio Fernando Lara Novel por su trabajo inédito El amargo wear de la belleza.
Se ha organizado un premio anual de escritura, que lleva su nombre, la Fundación Terenci Moix de Narrativa Lesbiana y Gay; Ganó más en los últimos tiempos por el autor anglo-español Rafael Peñas Cruz por su trabajo de transición, Charlie.
Albert Pons [CC BY-SA 3.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0)]
Vida y trabajo
Terenci Moix tuvo una instrucción autodidacta. Su primer trabajo: “La Torre de los Capitales de los Vicios”, se distribuyó en 1968. Un número significativo de sus trabajos iniciales condenó las estimaciones de su tiempo, en particular la calidad ética oficial del franquismo.
En 1990, compuso y distribuyó un libro para niños llamado Los Grandes Mitos del Cine, presentado por Willi Glasauer y distribuido por Círculo de Lectores.
El presente libro para jóvenes incorpora noticias divertidas, datos aleatorios y datos unidos por las fotografías y los resúmenes de Willi Glasauer de las grandes películas y estrellas de Hollywood, por ejemplo, Casablanca, Gone with the Wind, Cleopatra y Tarzan the Ape Man.
Diferentes trabajos investigaron la sensación de campamento, un componente de su trabajo examinado por Timothy M. McGovern.
Los amigos del genio Terenci Moix
Conocí a Terenci Moix en la última etapa de los años setenta. Parecía ser un individuo accesible y extrovertido, tal vez algo lujoso, a la luz del hecho de que me ha gustado la oportunidad de ser horrible.
Sin embargo, los individuos que se dieron cuenta de él muy de cerca, como Benet y Jornet, se dieron cuenta de que era una representación, un método para decir echarme un vistazo, que estoy allí.
Leí con alegría “El día que Marilyn mordió el polvo”, que lo impulsó a aclamarse en Cataluña. En ese momento continuó con su profesión artística, incluido el premio Planet de 1986, y su giro al español, que en 1992 fue obstaculizado por el “Sexe dels àngels”.
Me quedo con sus recuerdos, el conjunto de tres de “La pesadez de la paja”, donde él se está bombardeando, y donde, como dice su corrector José Manuel Lara, es el lugar donde se encuentra Terenci.
Terenci Moix, un escritor mediático
De esta manera, cada reunión era un requisito incuestionable para Terenci, dándose cuenta de que el recado era difícil y que se podía caer en la trampa de retratar el papel externamente, ya que era un medio de comunicación poco común, y confirmó que por la medida del material crónico que la televisión española tenía sobre él.
Tanto en Prado, donde mostró un programa sublime “Una cantidad grande de cifras de estrellas que en el edén”, y en Sant Cugat, donde hizo algunos ajustes excelentes de las obras de arte para escribir en la televisión, y un programa sindicado, “Terenci a la Fresca”.
Terenci Moix era popular, al estado de muchos comentarios incluidos, superficial y para exponer sobre temas trillados. Sin embargo, en medio de la forma de hacer la narrativa, no era lo que aparecía, ya que se estaba impulsando partes de Terenci y se estaba creando la impresión de que los sujetos de su distinción habían sido negados.
Terenci, era un amigo comprobable o miembro de la familia, tanto para sus compañeros como para su lectura abierta y que tenía un límite increíble con respecto al trabajo. Podría dedicarle mucho tiempo, incluso tardes enteras, componiendo, de hecho, fumando un cigarrillo tras otro.
La narrativa
Terenci Moix desarrolló una pieza de la composición, sus dos increíbles cuidados: la película y Egipto, y ambos relacionados con mucho.
Platicar de Terenci es y será una satisfacción extraordinaria, de mucha diversión, ya que Terenci era extremadamente inteligente, pero además se ha confirmado algo que definitivamente se sabe: que no es necesario confiar en las apariencias.
En consideración, tal como dice en la narración de Nuria Espert: Terenci era tan inconstante, tan miserable y alegre, tan superficial y tan liberal.