Había una vez en un bosque mágico y encantado, un pueblo donde vivían unas hadas, todas preciosísimas; alas hermosas y tenían colores variados, incluso las haditas podían brillar así que cualquiera que viera hacia el cielo podía observarlas brillas con sus colores deslumbrantes.

Había dos hadas a las que todo el mundo notaba más que el resto, la primera se llamaba Gisela y la segunda Alina, ambas destacaban porque sus alas eran mucho más grandes que las de otras haditas; consiguiendo si bien no envidia, la admiración del resto de hadas.

Cerca de la zona donde se la pasaban las haditas vivía la malvada Úrsula, una anciana detestable y dueña del reino oscuro, tenía muchas verrugas y su cara era horrenda y arrugada; cada vez que Úrsula veía a las hadas pensaba: ‘’Algún día esas hadas serán mías y voy a robar sus alas y el polvo para ser la hechicera más bella de todo este pueblo de una vez por todas’’.

La envidia de Úrsula era capaz de conducirla a hacer cualquier cosa por más atrevido o arriesgado que fuera. Un día, todas las haditas estaban más guapas que de costumbre y se dispusieron a volar en el cielo para que todos apreciaran sus encantos especiales del día, Gisela y Alina estaban espectaculares ese día.

Úrsula se dio cuenta de lo que estaban haciendo las hadas y que todas lucían diferente que otros días, por lo que pensó que sería el día perfecto para intentar su cometido: La malvada Úrsula ordenó a sus cuervos a que secuestraran a esas dos hadas y mientras que ambas se encontraban volando por los aires, fueron atacadas por una manada de cuervos:

-¡Alina! , ¡Gisela! Tengan mucho cuidado, hay unos cuervos malvados que van por ustedes, gritaban las haditas desde el suelo.

Ambas intentaron escapar de las garras de los cuervos, pero les resultó imposible, lograron raptar a Gisela.

-¡¡Suéltala ya,  cuervo feo!! –Gritaban el resto de las hadas.

Sus esfuerzos fueron en vano, los cuervos se llevaron a Gisela hacia mundos oscuro, donde la malvada Úrsula procedió a robarle sus polvos mágicos de hadas y después de esto las encerró en una jaula.

¡Mua ja ja ja! Por fin tengo mis polvos de hadas, exclamó Úrsula con mucha emoción ya que por fin se convertiría en la bella hechicera que había soñado.

El hadita se había quedado completamente apagada y sin ningún brillo porque no tenía su polvo ni sus poderes, ya no iba a volver nunca más. Todas las haditas estaban indignadas e idearon un plan para rescatarla de las garras de Úrsula.

Las haditas habían llegado decididas a enfrentarse a la temible Úrsula, volando hasta los mundos oscuros, a pesar de que fue un viaje turbulento y pesado al paso del tiempo llegaron agotadas con la finalidad de rescatar a su compañera; sobrevivieron a incontables tormentas hasta llegar a la malvada Úrsula.

-Venimos a rescatar a Gisela, nos vamos a marchar de aquí hasta que no la tengamos con nosotros y le devuelvas sus polvos de hada.

Úrsula estaba hilarante con lo que el habían propuesto, no estaba dispuesta a dar ni un paso hacia atrás, pero Alina exclamó:

¡Te daré mis polvos de hada si liberas a Gisela!

Úrsula ya sabía que los polvos de Gisela eran más poderosos que los de ella, así que no aceptó el trato.

Después, todas las haditas estaban ideando una forma en la que liberaran a su amiga y llegaron a la conclusión de que solo había una forma de hacerlo, hicieron un trato con Úrsula para que liberaran a Gisela si cada una le daba un poco de sus polvos de hada.

Úrsula pensó la oferta, y como eran más de 100 hadas Úrsula sería mucho más bella que solamente con los poderes de una, las haditas decidieron sacrificar su brillo y su capacidad de volar con tal de salvar a su amiga, enseñando la capacidad de la amistad y luego Úrsula ya no fue una hechicera malvada porque había conseguido lo que siempre quiso, belleza.