El aneurisma se conoce como una dilatación localizada de la pared de un vaso, producida generalmente por aterosclerosis e hipertensión, por traumatismos, infecciones o debilidad congénita de la pared vascular. Los aneurismas son muy destacados e importantes en la aorta, pero se puede producir también en los vasos periféricos y son bastantes frecuentes en los miembros inferiores de las personas de edad avanzada, sobre todas en las arterias poplíteas.

Loa aneurismas arteriales pueden consistir en una dilatación secular que afecta solo a parte de la circunferencia del vaso, una dilatación fusiforme o con forma cilíndrica localizada o en una disección longitudinal de las capas de la pared vascular un signo de aneurisma arterial es la dilatación pulsátil que produce un soplo a la auscultación con el fonendoscopio. Los aneurismas pueden romperse, produciendo hemorragias, formar trombos en el saco dilatado y originar émbolos que pueden obstruir vasos más pequeños.

Entre las clases de aneurismas se incluyen: aneurisma aórtico, cerebral, compuesto, disecante, micótico, racemoso, sacular y ventricular. En este artículo nos enfocaremos en el aneurisma cerebral, donde es explicara todas sus generalidades, localización, manifestaciones clínicas, diagnóstico y posibles tratamientos.

Generalidades del aneurisma cerebral

Imagen cortesía de pixabay.es

Es una dilatación anómala y localizada de una arteria cerebral casi siempre debida a la debilidad congénita de la capa madia muscular de la pared del vaso. Puede deberse también a infecciones, como en el caso de endocarditis bacteriana subaguda o la sífilis, neoplasias, arteriosclerosis y traumatismos. Se localizan más frecuentemente en las arterias cerebral media, carótida interna, basilar y cerebral anterior, en especial en las zonas de bifurcación.

Pueden hacer su aparición a cualquier edad, desde la lactancia hasta la senectud y pueden ser dilataciones fusiformes de la totalidad del contorno de una arteria o protrusiones saculares de un lado de la pared. Su tamaño es muy variable y desde una cabeza de un alfiler hasta el de una naranja, pero normalmente su tamaño es como el de un guisante.  Dependiente del tamaño y la localización, los aneurismas cerebrales pueden producir cefalea, adormecimiento, confusión, vértigo, debilidad facial, trastornos visuales, rigidez en la región del cuello, monoplejia o hemiplejia.

Aproximadamente la mitad de los casos de aneurismas cerebrales se rompen, hay que controlar estrechamente al paciente para ver si presenta signos de hemorragia subaracnoidea y aumento de la presión intracraneal. Los aneurismas de menos de un centímetro de diámetro rara vez sufren rotura. En estos casos, el paciente debe guardar reposo en cama con la cabecera elevada a unos 45º en un ambiente que esté tranquilo y oscuro. Se le puede administrar fármacos antifibrinoliticos, analgésicos, anticonvulsivos, antieméticos, antihipertensivos y esteroides junto con líquidos parenterales.

Hay que controlar con frecuencia el pulso, la tensión arterial, la respiración y el estado neurológico del paciente y comunicar inmediatamente cualquier cambio brusco en la presión arterial o la respuesta pupilar. La cefalea suele mejorar con la aplicación de una bolsa de hielo y en algunos casos está indicada la hipotermia o enfriamiento para reducir el flujo en sangre al cerebro y disminuir así el riesgo de rotura del aneurisma.

Medidas preventivas en una paciente con aneurisma cerebral

Imagen cortesía de pixabay.es

La enfermera o cuidado con conocimiento y experiencia juega un papel importante, donde se encargara de cambiar suavemente de posición al paciente cada dos horas y en muchos casos tiene que alimentarlo. Para mantener su función motora debe realizarle ejercicios pasivos a nivel de las extremidades.

En algunos casos se practica una punción lumbar, que puede poner de manifiesto la rotura del aneurisma si se obtiene sangre en el líquido cefalorraquídeo y una angiografía para descubrir la localización de la lesión, el medio de contraste de la angiografía puede inyectarse en la arteria carótida pero se suele preferir la arteria femoral ya que existe menos riesgo de desplazar una placa carotidea.

La cirugía cuando está indicada, comprende una craneotomía con la aplicación de una pinza de plata en el cuello del aneurisma o la trombosis del mismo mediante una corriente eléctrica. Si la base del aneurisma es demasiado grande como para poder ser ligada, puede aplicarse sobre la pared debilitada de la arteria un parche de metacrilato de metilo.

Cuando está contraindicada la craneotomía, el neurocirujano puede optar por aplicar una pinza especial en la arteria carótida primitiva a fin de reducir el flujo sanguíneo en dirección al aneurisma siempre que los vasos colaterales pueden enviar sangre suficiente para mantener las funciones vitales del cerebro.

El paciente con un aneurisma cerebral, necesita de los cuidados intensivos y hay que evitarle él lo posible que se estrese. La enfermera e cabecera debe limitar el número de visitas y su duración, pero implicando a la familia en la asistencia del paciente. Estará muy preocupado pensando en la rotura del aneurisma y por los problemas neurológicos que esto conlleva, es por ello la importancia que juega la enfermera en su cuidado para ayudarlo a expresar sus temores y adaptarse a la situación.