La llegada de un hijo a un hogar siempre es motivo de alegría y en el caso de los padres primerizos aún más si cabe, pero lo cierto es que no únicamente llega con él la emoción incontrolable de estar feliz por la nueva etapa que se iniciará en cuanto él o ella nazca y que ya empieza desde el momento que sabemos que estamos esperando a un hijo. Son cientos las cosas que nos pasan por la cabeza, son millones de imágenes, son cientos de productos los que vamos a ver y los que ya visualizamos como en un futuro no muy lejano nuestro pequeño o pequeña los usará en nuestro hogar. Pero lo cierto es que también es una etapa en las que surgen muchas dudas y hoy vamos a ver una de ellas con algo más de profundidad, y es que como todo en la vida hay opiniones de muchas clases y quienes buscan información sobre el cuidado de bebés seguro que saben de lo que hablamos.
En este artículo vamos a hablar sobre la recomendación o no del uso de los conocidos andadores, esos productos diseñados para facilitar la tarea de desplazarse a nuestros hijos cuando estos son aún bebés y no tienen la habilidad de caminar o en ocasiones ni de gatear, adquirida. Se ha escrito mucho sobre este tema pero lo cierto es que aún hoy encontraremos defensores de ambas opiniones, tanto de quienes consideran que este producto les ayuda en su movilidad y por tanto les permite disfrutar antes de la capacidad de moverse y la libertad que ello supone, mientras que otros aseguran que esto no hace más que mermar su autonomía tanto presente como futura.
Lo primero que hemos de tener presente, es que los andadores comúnmente son utilizados por criaturas del entorno de los 8 meses de edad, lo cual no significa únicamente que le estamos dando una herramienta para mejorar su movilidad y su capacidad de desplazarse por nuestro hogar, sino que también le aportamos una verticalidad que le permitirá acceder a lugares donde antes no llegaba y ello puede ser en ocasiones peligroso. No hemos de olvidar que a esta edad los niños no saben identificar que son cada uno de los elementos que observa y puede llevarse a la boca más de uno, por ello hay que ser conscientes de este cambio y poner los elementos más peligrosos lejos de su alcance.
Al margen de los peligros físicos que pueda correr nuestro hijo con el uso de este instrumento, lo cierto es que hay una fama extendida sobre su funcionalidad en la capacidad de mejorar la autonomía al caminar de nuestro hijo que no es cierta. Muchas personas consideran que el uso del andador permite que nuestro hijo camine de una forma más rápida y que por tanto aprenda a caminar sin usarlo en un breve espacio de tiempo, no obstante, la realidad es que los hace dependientes como si las ruedecillas de una bicicleta se tratase. Con el uso del andador no estamos haciendo que nuestro hijo sea autónomo sino que limitamos su capacidad de aprender y esforzarse para caminar.
Por tanto para aquellos indecisos sobre el uso o no del andador en sus hijos, lo cierto es que encontramos más motivos para dar una negativa a esa respuesta que para lo contrario. Si evitamos que nuestro hijo dependa de este producto para caminar y desplazarse y le obligamos a hacerlo mediante su esfuerzo, conseguiremos que su autonomía se vea incrementada más rápidamente y a la vez mejore su autoestima.