Érase una vez en la capital de Azuzu, Quetzalcóat un pequeño conejo llamado “Cru” que era pobre con sus otros hermanos, un día fallece su padre y le deja de herencia solo una huerta de zanahorias, en medio de la repartición de la herencia la huerta se le  fue dejada al hijo mayor, la casa para el segundo hermano conejo y para el menor de todos que era el conejo “cru” se le dejo solo una zanahoria. El menor de los hijos se sintió muy lamentado por lo que le había tocado, el mismo se decía “ahora ¿Qué hare? Solo me dieron solo una zanahoria”.

El buen dios Quetzalcóatl al ver esto le dice con entusiasmo al hijo menor –el conejito Cru-,  mi querido amiguito cru, no te preocupes por este evento, ya verás cómo te seré de gran ayuda para ti- el conejito Cru se impresiona y queda atónito por ver que el buen dios Quetzalcóatl, le hablaba y de paso le decía esas cosas, pero con ironía le dice al el buen Dios Quetzalcóatl: -¿si mi señor, cómo será?- ….

El buen dios Quetzalcóatl demostró mucha seguridad y le dice: -“mi querido conejito permíteme ofrecerte una gran ración de “zacate”, y le dio un saco repleto, y le dice a través de esto te voy demostrar mi bondad y mi palabra”-  en medio de todo el conejito Cru, decide dar el voto de confianza y rendirle al el buen dios Quetzalcóatl su confianza.

El Conejo Cru, fue al monte, con el llevaba un saco con diferentes tipo de herramientas que le había dado el dios, al llegar al bosque saca del saco una pala y al lado comienza a cavar una fosa, al pasar un rato pasa el el buen dios Quetzalcóatl, y ve al conejo angustiado y cansado, el dios decide  bajar para ayudarle, en lo que se acercan al conejo le dice descansa, hasta que yo regresa en otra forma.

El conejo se despertó del sueño profundo que le había concebido el buen Dios Quetzalcóatl, al despertar consigue el saco repleto de muchas zanahorias. El buen dios Quetzalcóatl regresa para un viaje para recorrer el mundo con la forma de hombre. Después de  caminar todo el día, se topó con su querido amigo “Cru” que después de un rato se perdió de su vista, El buen dios Quetzalcóatl  estaba muy cansado y con hambre pero aun así continua con su caminata por mucho tiempo hasta que cae la noche y logra ver las estrellas y la Luna brillar en el cielo de la noche.

El buen dios Quetzalcóatl decide sentarse a descansar  y mientras reposaba, vio a su pequeño amigo Conejo otra vez,  y Cru estaba comiendo. El buen dios Quetzalcóatl se alegra y le pregunto ¿Cómo estás? Veo que despertaste del profundo sueño, y el conejo Cru, le responde: “querido señor estoy muy bien, gracias a ti, estoy muy agradecido”. El buen dios Quetzalcóatl le dice: estoy muy contento,  ¿que estas comiendo?, el Conejo Cru le responde “Zacate”, mi señor.

El conejo Cru le pregunta que si quería un poco. El buen dios Quetzalcóatl  le dice que no le gustaba pero que estaba  agradecido por su bondad. Nuevamente Cru el Conejo le preguntó,  mi señor ¿qué hará?, y el buen dios Quetzalcóatl le responde: puede ser que quizás muera de hambre.

El Conejo Cru en su máxima bondad y agradecimiento  le dice: “Mi señor solo soy  un pequeño conejo, pero si tienes mucha hambre, te permito a que me comas y puedas alimentarte, tú me ayudaste mucho en el pasado, por lo que yo ahora quiero retribuir tu ayuda”. El buen dios Quetzalcóatl, se conmovió por este gran gesto, y le dice a Cru que sería recordado por todas las personas de Quetzalcóatl. Después tomó a Cru y lo elevo hacia la luna,  la figura del conejo Cru quedó estampada en la luna. Luego de esto, el Conejo Cru quedo plasmado en la luna, después bajó otra vez a la tierra y El buen dios Quetzalcóatl le dice: “Ahí está tu retrato para que cada persona te recuerde por largo tiempo”.