Hace una gran cantidad de años existía un conejo que no contaba con orejas de gran tamaño como sus demás parientes, las orejas de este conejo eran muy pequeñas y tenían un tamaño similar a las orejas de un gato. A pesar de esto, el tamaño de las mismas no era algo que le causara molestia, sino que el tamaño de su cuerpo era lo que le molestaba, ya que este conejo no quería tener un tamaño pequeño, sino que quería ser tan gigante como un lobo o un león. En un día cualquiera, el conejo pudo observar por mera casualidad un león que se encontraba en los alrededores de un bosque.

Imagen cortesía de pixabay.es

El conejo se entristeció ya que pensaba que su tamaño era demasiado pequeño y que le daba una apariencia muy fea si lo comparaban con el poderoso León. Por este motivo, el conejo se sentó en las ramas de un árbol cercano a llorar de forma desconsolada, esto llamo la atención de un búho que vivía en ese mismo árbol; el búho le preguntó el motivo de tanto alboroto, el conejo se quejó de su tamaño mientras lloraba, le explicó que él quería tener un gran tamaño como el que tenía aquel león.

El búho poseía bastante conocimiento, por lo que meditó el problema unos cuantos minutos. Luego de que pasó un tiempo el búho le dijo al conejito que tenía que encontrarse con el dios de los animales, ya que suponía que este podría ayudarlo. El conejo le agradeció al búho por su ayuda y se marchó rápidamente hasta la colina donde se encontraba este antiguo Dios.

Una vez que el conejo llegó a la colina se encontró con el Dios de los animales, este le dio un corto saludo al conejo y le preguntó el motivo de su visita, el conejo respondió que se encontraba muy triste por el hecho de tener un tamaño tan pequeño. El antiguo Dios le dijo que podía arreglar su problema pero que primero necesitaba que el conejo le llevara una piel de mono, una piel de serpiente y una piel de cocodrilo para el siguiente día.

El conejo se marchó lleno de alegría en dirección al río, donde pudo divisar a un amigo cercano que lo estaba esperando: el pequeño cocodrilo. El conejo le pidió prestada la piel al cocodrilo, el cual aceptó creyendo que el conejo la usaría para una fiesta, el cocodrilo se sentía muy halagado. Sin embargo, esto no era cierto, pero el conejo estaba dispuesto a mentir con tal de cumplir con su deseo.

Luego de obtener la piel de su amigo el cocodrilo, fue a visitar a sus otros dos amigos, serpiente y mono. Ambos le entregaron su piel al conejo sin hacer alboroto alguno, ya que estos también creían que él las iba a utilizar para algún tipo de fiesta. Al comienzo del día siguiente, el conejo llevó las pieles a la colina donde se encontraba el Dios de los animales, el cual se encontraba bastante sorprendido de que el conejo tuviera a su disposición todas esas pieles.

El antiguo Dios le cumplió su sueño al conejo, aunque no pudo hacerlo exactamente como este quería ya que tuvo que tomar ciertas precauciones: no hizo crecer demasiado al conejo ya que podría lastimar a otros animales, por ello, le dio al conejo un par de orejas largas que le mejorarían notablemente el sentido del oído, algo muy útil para escuchar a los enemigos naturales.

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Luego de esto el conejo le dio las gracias al antiguo Dios y fue saltando de alegría a devolverles las pieles a sus amigos. Al siguiente día, el conejo observó que el león se encontraba conversando con el sabio búho, quienes elogiaron al conejo por sus hermosas y útiles orejas. Desde ese día el conejo se sintió agradecido por la forma de su cuerpo, aprendiendo a aceptarse como es.