Una leyenda de las filipinas nos cuenta que, en el comienzo de los tiempos, se encontraban viviendo en lo alto de los cielos 3 hermanos que se tenían mucho cariño: el caliente y brillante sol, la descolorida pero muy hermosa luna y un gallo molesto y hablador que se la pasaba cantando todo el día. No existían problemas entre estos 3 hermanos y tenían como costumbre repartirse los quehaceres del hogar.
Imagen cortesía de pixabay.esEl sol realizaba la labor más importante todas las mañanas: dejar su amada casa para esparcir la luz y brindarle calidez a la tierra; el sol era muy responsable con su labor, ya que él sabía que sin su trabajo la tierra estaría sin vida. Mientras el salía a cumplir su importante tarea, el gallo y la luna terminaban el resto de los quehaceres como cuidar las plantas, limpiar la cocina y proteger sus tierras.
En una tarde, la luna le habló al gallo y le dijo:
“Hermano, ya casi está oscureciendo, eso significa que el sol está a punto de volver a casa y quiero que nuestra cena se encuentre lista cuanto antes. Mientras yo termino de prepararla, lleva a las vacas a nuestro establo, necesito que ellas duerman calentitas”
El gallo, que llevaba muy poco de echarse en el sofá contesto de muy mala manera:
“¡No haré eso! He tenido que planchar un montón de ropa que parecía una montaña ¡Estoy demasiado cansado y necesito descansar!
¡La luna se molestó demasiado con el gallo! Tanto así que lo tomó por su cresta y le hizo una advertencia:
¡Tanto el sol como yo trabajamos sin descanso y nunca hacemos a un lado nuestros quehaceres! ¡Vas a dirigir a las vacas como te he mandado ahora mismo!”
Ni siquiera la advertencia que le hizo la luna fue capaz de hacer que el gallo reconsiderara su decisión:
“¡No y no! ¡No tengo ganas de hacerlo así que no lo haré!”
La luna ya estaba perdiendo casi toda su paciencia y le gritó al gallo:
“¿En serio? ¡Bueno tú te lo buscaste, aquí en el cielo no tenemos espacio para vagos, largo de aquí!
La luna indignada tomó al gallo con mucha fuerza, tomó impulso y lo arrojó al espacio con dirección a la tierra. Luego de un tiempo el sol regreso a su hogar y pudo ver a su hermana que terminaba de llevar al ganado; luego de saludar a su hermana y darse cuenta de que su hermano el gallo no se encontraba por ningún lado, el sol le preguntó a su hermana por él.
Su hermana la luna le contó que había echado al gallo de la casa por ser una persona egoísta y por negarse a realizar sus quehaceres. El sol se encontraba muy impactado por la decisión de la luna, le recriminó a ésta:
“¿Cómo pudiste hacerle eso a tu hermano?”
“¡Me hizo enojar muchísimo! El solo piensa en su propio bienestar y necesitaba de un castigo.
Ante estas palabras el sol se molestó bastante, tanto así que decidió dejar de ver a la luna para siempre, organizándose para no volverse a encontrar: el trabajaría de día como ya venía haciendo y ella solo lo haría de noche. La luna no lo consideraba nada justo pero el sol estaba firme con su decisión.
“Hablaré con nuestro hermano, le pediré de todo corazón que nos perdone y que en cada comienzo de la mañana me despierte por medio de su canto, de esa forma podré mantener algún tipo de contacto con él. Además de eso, le pediré que se mantenga oculto dentro de un gallinero cuando sea tu turno de trabajar”
Imagen cortesía de pixabay.esEl gallo fue capaz de recibir el mensaje y le prometió a su hermano el sol que los despertaría todos los días con su poderoso canto. Desde ese momento el gallo se convirtió en el animal que anunciaría el comienzo del día; el gallo pudo acostumbrarse a la comodidad de las granjas y a mantenerse oculto en los gallineros cuando caía la noche, para así evitar por siempre a la luna.