La superficie de la tierra, llamada también manto terrestre, está compuesta por millones y millones de partículas que pueden tener millones de años gracias a la formación primitiva de nuestro planeta. Toda la tierra que conocemos viene desde la formación de la panguea, un súper continente que agrupaba a todos los grandes territorios que hoy conocemos como continente y que dio origen así a la creación de distintos ecosistemas en la tierra.

La formación del suelo es un proceso en el cual intervienen muchos agentes físicos, biológicos y químicos donde todos los seres vivos forman parte en la formación del mismo, desde los organismos microbianos hasta el ser humano y todos los animales que hacen vida en la tierra. El proceso de la creación del suelo también se debe a la acumulación de sedimentos que años tras años se han amontonado creando así terrenos de diversas características que son útiles para determinados propósitos.

Formación inicial del suelo

La formación del suelo tiene origen gracias a la desintegración o meteorización de las rocas, pero esto no solo se queda en ese simple hecho, pues hay dos factores importantes que inician la formación de todas las capas que posee la corteza terrestre y se atribuyen a la influencia de factores biológicos como el agua, el asentamiento de vida y también la deposición de material orgánico en un material inorgánico.

El suelo está lleno de vida y eso se debe a todos los microorganismos que dan nutrición y que hacen posible que los sueños tengan una composición química específica para que las plantas y los seres vivos que dependen de ellas puedan seguir viviendo y estar sobre el planeta tierra. A este primer momento se le puede llamar “instalación de los seres vivos” y es una de las partes más importantes porque es donde están involucrados todos los seres microbianos, además de los hongos, musgos y líquenes que cunden el lecho. La fertilización, la deposición de materiales orgánicos y también la putrefacción (en el caso de los decesos animales a lo largo del tiempo) hacen que el suelo tenga ciertas características importantes.

El segundo proceso es llamado “mezcla” pues con el agua y el aire se dan los primeros pasos para la alteración física y química del paisaje y desde luego del sueño, haciendo que grandes cantidades de sedimento puedan ser acumuladas creando vastos terrenos, aunado también con el movimiento de las placas tectónicas para la formación de cordilleras, valles, montañas o afloramientos rocosos.

Tipos de suelo

Dentro de la formación del suelo existen diversos factores y agentes que puede intervenir para que uno sea distinto al otro. En este sentido, el suelo está dividido por capas que representan la fuerza de las condiciones físicas y meteorológicas para que los sedimentos más pesados estén en el fondo mientras que los más livianos estén a simple vista.

Gracias al comportamiento de toda la actividad terrestre que existe en la corteza, las rocas se van sedimentando, pues todo el material que se observa ahora es parte de un proceso de partición y erosión del lecho rocoso de la tierra.

La materia orgánica es una capa representativa y es el producto de la interacción fertilizante del suelo, que es la capa principal y primordial. Este puede ser arenoso, arcilloso o pedregoso. La etapa B corresponde al Subsuelo y es donde están la mayoría de los elementos nutritivos aptos para la siembra que también tienen ciertas características, pues pueden ser alcalinos, aptos para la siembra, aptos para la construcción… en la última etapa está el material parental, que por ende suele ser más grande y pesado y constituye el lecho rocoso.

Los factores que influyen en la formación del suelo son la contaminación, la fertilización, la siembra, la erosión, la explotación mineral y desde luego la contaminación de las aguas, logrando cambiar la estructura del mismo haciéndolo más o menos útil.