Los organismos vivos en todo el planeta se reproducen, esa es una característica distintiva de la vida, la capacidad para multiplicarse. Para lograrlo, los animales dependen de los órganos reproductores que permite la multiplicación de los especímenes. Las gónadas son centrales para ello, pues se encargan de la producción de células necesarias para la formación de nuevos organismos.

Las gónadas masculinas, también llamadas testículos, son los principales órganos del aparato reproductor masculino, pues ellas son las encargadas de la producción de los espermatozoides, las células sexuales que, al entrar en contacto con los óvulos de la hembra, permiten la formación de un nuevo organismo.

Ubicación en el cuerpo

Las gónadas masculinas (testículos) están ubicadas la región anterior al periné, entre las piernas, almacenadas en un saco de piel denominado escroto, el cual se encarga de proteger las gónadas del ambiente extracorpóreo y de regular la temperatura interna manteniéndola a unos 1,3 grados por debajo de la temperatura corporal, esto lo logran al reaccionar a la temperatura ambiente contrayendo la piel o extendiéndola para darles calor o disminuirlo, respectivamente. Existe, asimismo, otro medio para la regulación de la temperatura corporal a través del sistema de arterias que llevan calor al aparato reproductor y el sistema de venas que reducen la temperatura.

Los testículos se ubican en pares dentro del saco escrotal, teniendo el varón uno del lado izquierdo y otro del lado derecho, cuya migración a esa posición ocurre durante el desarrollo fetal dentro del útero. Los testículos al momento de desarrollarse en el embrión se ubican dentro de la cavidad abdominal para emerger posteriormente, junto con el saco escrotal, al exterior en la posición que tendrán definitivamente durante la etapa del feto.

Funciones y estructura

Las gónadas son órganos con forma de ovoide aplanado transversalmente y poseen una coloración blanca azulada midiendo entre 4 y 8 cm de longitud y entre 2 y 4 cm de ancho. Están constituidos por un conjunto de órganos y estructuras que contribuyen al ejercicio de sus funciones, estos son los conductos deferentes, el epidídimo, los conductos seminíferos, la capa albugínea, los conductos excretorios y varias venas y arterias que transportan la sangre dentro y fuera.

La capa albugínea es una capa de tejido conjuntivo que rodea al testículo, de consistencia densa y elástica y coloración blanca. Los conductos seminíferos son los encargados de la producción del semen, que es el conjunto de espermatozoides y líquido seminal en el que nadan; éstos se hallan alojados en unos lóbulos (alrededor de 380 por testículo) en cantidades de 1 a 4 por cada lóbulo. Los conductos seminíferos se encuentran conectados al epidídimo por medio de los túbulos rectos que los conectan a la red testicular y ésta al epidídimo. El semen realiza este viaje desde los conductos seminíferos hacia el epidídimo pasando por las estructuras previamente mencionadas.

El epidídimo es una estructura de mayor tamaño que cubre al testículo en su parte posterior. El semen llega desde la red testicular a través de los conductos eferentes hacia la cabeza del epidídimo, de allí es transportado al cuerpo del epidídimo en sentido descendiente y finalmente llega a la cola del epidídimo que por fin lo conecta con el conducto deferente, este último lleva a cabo el transporte del semen fuera de la región escrotal hacia el interior del cuerpo y de ahí al exterior por medio del pene, expulsión denominada como eyaculación.

Las gónadas (o testículos) cumplen dos funciones: una es la de la reproducción de la especie mediante la producción de células sexuales, y la otra es una función endocrina a través de la producción de la hormona masculina denominada como testosterona, aunque también produce en menor cantidad hormonas femeninas. Gracias a esta función endocrina, las gónadas también son conocidas como glándulas sexuales.