Hace mucho tiempo, un pequeño niño se había tenido que mudar de su antigua casa debido al cambio de trabajo que tuvieron sus papás, esto lo hizo sentir muy triste ya que él se encontraba muy cómodo en su antigua casa. Sin embargo, hubo algo en la nueva casa que lo hizo sentirse mucho mejor: su nuevo cuarto se encontraba lleno de muchos juguetes,  diferentes libros y cuentos, libros para colorear, lápices de colores, disfraces de diferentes motivos, todos y cada uno de ellos ordenados perfectamente.

Imagen cortesía de pixabay.es

Durante ese día el pequeño se la pasó jugando sin parar por horas, luego para el final del día se encontraba realmente cansado y no tenía la suficiente energía como para mover los juguetes de vuelta a su sitio. A pesar de eso, cuando el niño despertó, pudo percatarse de que su cuarto se encontraba completamente ordenado, con todos los juguetes en su sitio como los había encontrado el primer día; él se encontraba seguro de que nadie los había arreglado por él, sin embargo no le dio muchas vueltas al asunto y se fue al colegio luego de arreglarse.

Luego de volver a la casa en la tarde y después de haber comido su merienda, su mamá le otorgó el permiso para volver a su cuarto a jugar con sus juguetes de nuevo, el niño volvió a su cuarto y los utilizó todos otra vez. De igual forma como ocurrió el día anterior, el niño terminó de jugar y no se molestó en recoger los juguetes que se encontraban en el suelo, teniendo en mente que al día siguiente se encontraría con la energía suficiente como para recogerlos y colocarlos en su sitio.

A pesar de tener la intención, cuando el niño despertó pudo volver a notar que el cuarto se encontraba totalmente ordenado, no había ningún juguete en el suelo, todos se encontraba acomodados en su puesto. La situación se mantuvo así durante dos días más, sin embargo, una vez que llegó el domingo, algo muy extraño sucedió, cuando el pequeño fue a tomar un juguete  dentro del armario donde se encontraban ¡Este comenzó a hablarle!

El juguete le había dicho al niño que no tenía ningún tipo de intención de jugar con él. El pobre niño se encontraba muy impactado hasta el punto de creer que lo que estaba viendo no era real y solo era algo creado por su imaginación; sin embargo, sus sospechas fueron descartadas cuando pudo observar a su viejo oso de peluche que, a pesar de su mal estado, le decía que los trataba muy mal.

El oso de peluche le recriminaba al joven que no los colocaba en su sitio, siempre los dejaba tirados en el suelo y nunca los ordenaba para que se encuentren cómodos, el oso de peluche le decía al niño que no era capaz de comprender la dificultad de tener que ordenarse ellos mismos durante cada noche; “el suelo es un lugar demasiado incómodo, no nos gusta estar ahí” le dijo el oso al niño.

El oso de peluche le hizo una pequeña advertencia al jovenzuelo: “No volveremos a jugar contigo hasta que aprendas a acomodarnos dentro de nuestro armario”. El niño podía recordar lo cómodo que él se sentía cada vez que se acomodaba dentro de su cama y lo mal que se debe de sentir dormir en los suelos; en ese momento el niño pudo darse cuenta del mal que les había hecho a sus queridos juguetes, por ello, se acercó a los juguetes y les pidió unas disculpas muy sinceras.

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Desde ese momento el niño prometió acomodarlos cada vez que dejara de jugar con ellos durante la noche, colocándolos en el armario donde estos también podrían descansar. Solo así el niño pudo aprender una gran lección, hay que darle un cuidado muy grande a todas nuestras pertenencias y a las cosas que queremos.